Era extendida, entre los vikingos, la creencia de que una vez llegada la muerte, la ceremonia de entierro debía ser lo más perfecta posible, ya que si no era la adecuada o su celebración no era correcta, se corría el riesgo de que tu pariente o conocido fallecido volviera para darte un toque o vete tu a saber si no para llevarte con él.
Por tanto, Esta gente se tomaba de forma muy seria el ritual del sepelio y la cremación. Dependiendo del estatus social del difunto, se preparaban piras con regalos y enseres que demostraban su jerarquía en la sociedad, así, en la otra vida mantendría dicho estatus.
Si ser esclavo es una judiada ya de por sí, ser de un vikingo aun era peor, ya que para otros esclavos de otras culturas la muerte mirándola desde una postura muy optimista, sería lo único que te libraría de tu amo, pero en la cultura vikinga una vez muerto seguías siendo sirviente de tu amo, simplemente te tomabas un descanso hasta que tu superior muriera, despues volverías a servirle en la otra vida, por eso te sacrificaban. Si tenías la suerte de tener un amo "compasivo" o tu muerte no era predecible posiblemente te enterraran en tierra sin más trascendencia.
Con la profesión al más allá
Drakkar de Oseberg en su yacimiento |
Por costumbre se enterraba o incineraba al fallecido con objetos que demostraban su profesión o clase social. Así, los hombres libres a menudo aparecían enterrados con objetos personales,y algunas armas; las mujeres con sus joyas, los herreros con sus herramientas, etc. Hay que recordar que para ellos su camino continúa en la otra vida, y es posible que sus cosas le hagan falta. Por poner uno de los ejemplos más conocidos, el famoso drakkar de Oseberg se trata de una embarcación fúnebre en la que teóricamente se enterraron dos mujeres, de las cuales una se sospecha que era sacerdotisa. Aunque en el momento de su descubrimiento se pudo observar que la tumba fue profanada varias veces en la antigüedad, faltando la mayoría de joyas y metales preciosos, si que se encontraron otras cosas personales, baúles, e incluso un carro, todo ello con muestras de pertenecer a personas pudientes ya que se trataban de objetos con una gran elaboración y detalle artístico.
Drakkar de Oseberg actualmente |
¿Y qué hacemos con las posesiones de los que ya van allá? Pues montar un fiesta...
Los posibles descendientes del difunto/a o sus herederos podían reclamar el legado del finado, pero no antes de siete días, y tampoco sin haber celebrado la fiesta de la cerveza funeraria. El Sjaund, que es como se conoce a esta celebración, se trataba de un evento que su finalidad era no otra más que dar a conocer a la sociedad la muerte de la persona y del cambio titularidad al nuevo propietario. Pasándolo a nuestra cultura, es algo así como montar una fiesta en vez de ir a un notario a hacer la declaración de herederos. Haces una fiesta para celebrar y dar a conocer que las cosas de tu padre, tío madre o quien fuera, pasan ser tuyas, y si nadie aparece que te lleve la contraria, (hijos perdidos, hermanos, etc) todos felices.
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